Exhibes mi cabeza
enterrado el cuerpo
bajo toneladas de arena
y me arrojas piedras
abriendo heridas
que no puedes ver.
La sangre gotea
desde mi frente
empapando la tierra;
cuida en acercarte
no sea que el charco
te ensucie los pies.
Sigue probando, puede
que la siguiente sea
la que me haga caer.
Te lo pondré fácil,
sácame, y no tendrás
que hacerlo otra vez.
O tal vez sí quieres.
Ya cerré los ojos. El latido nunca miente.