Me enamoré de ti y no te conocía,
eras leyenda, mito, voz trasladada de agüero.
Y sería el calor, las excusas y el insomnio;
sería hastío estival, paredes, cuentos: rotos.
Me colé en el vagón y llegué sin entrada,
y tiré por el suelo, del diario, las páginas.
Y la conciencia me grita:
¡Más de hecho pleno que de derecho!
Ahora tu idea, tu olor y tu sueño,
apenas un recuerdo, se acercan vacíos.
Te espero, pero trae las calles llenas.