Me prometieron revalorización
como el oro en tiempos de crisis,
pero caído el lazo, la mirra
no alivia los estreses de días perdidos.
Así que os invito a inhalar el humo
que envilece, colocarnos con incienso
para evocar las horas contenidas
en los años no bisiestos.
Y recuperar lo que olvidó Wendy
al regresar a la costumbre,
a la educación forzada de folletín.
Esto es una declaración de intenciones:
me repliego a la inevitabilidad
de desandar lo andado
porque, confieso, me he perdido
y no quiero encontrarme,
aún tengo fuerzas para explorar
rutas que no llevan a ninguna parte.
Y si caigo en espiral,
bienvenidas sean las nauseas,
aún sigo enfadada con mi sombra,
ya habrá tiempo de buscarla.